¿Por qué no recordamos nuestra infancia temprana? La ciencia detrás de la amnesia infantil

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Los primeros años de vida están llenos de experiencias únicas: ser alimentados, aprender a caminar, escuchar voces cariñosas y ver rostros sonrientes. Sin embargo, la mayoría de las personas no pueden recordar esos momentos. ¿Por qué nuestra memoria borra los recuerdos de nuestra infancia temprana?
Este enigma ha intrigado a los psicólogos por más de un siglo. Sigmund Freud fue uno de los primeros en hablar de la “amnesia infantil”, el fenómeno que nos impide recordar los primeros años de vida. Hoy, la neurociencia ha avanzado en su estudio, revelando que la memoria y el desarrollo cerebral tienen un papel crucial en este proceso.
El desarrollo cerebral y la amnesia infantil
Los bebés y niños pequeños tienen la capacidad de recordar eventos, pero estos recuerdos no permanecen a largo plazo. Esto se debe al hipocampo, una parte clave del cerebro encargada de formar y almacenar recuerdos, que aún está en desarrollo.
Investigaciones de la profesora Cristina Alberini han demostrado que los recuerdos de la infancia temprana no desaparecen por completo, sino que quedan almacenados en el cerebro de forma inconsciente. Aunque no podamos acceder a ellos, estos recuerdos pueden influir en nuestras emociones y en nuestra personalidad.
Cultura, lenguaje y recuerdos
El momento en que las personas comienzan a recordar sus primeras experiencias varía según la cultura. En Estados Unidos, los primeros recuerdos suelen aparecer alrededor de los 3.5 años, mientras que en China surgen más tarde. Esto se debe a que las memorias en la cultura occidental tienden a centrarse en experiencias individuales, mientras que en culturas orientales se enfocan en actividades colectivas.
El lenguaje también juega un papel clave. En Nueva Zelanda, los niños de la cultura Māori comienzan a recordar eventos más temprano, alrededor de los 2.5 años, debido a la fuerte tradición oral y a las conversaciones detalladas sobre el pasado.
Los recuerdos que nos moldean
Aunque no podamos acceder conscientemente a nuestros recuerdos más tempranos, estos siguen influyendo en nuestra vida. Las experiencias de la infancia pueden afectar nuestra identidad, emociones y forma de ver el mundo, aunque no las recordemos con claridad.
El misterio de la amnesia infantil sigue siendo un tema fascinante para la ciencia. La investigación continúa, buscando descubrir más sobre cómo nuestra memoria construye nuestra identidad desde los primeros años de vida.