Plásticos y salud humana: el riesgo invisible que preocupa a la comunidad científica

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El inicio de negociaciones para alcanzar el primer tratado global contra la contaminación por plásticos ha despertado gran expectativa internacional. Cada vez más, resulta evidente que el ritmo actual de producción y consumo no solo es insostenible para el medio ambiente, sino que también implica serias repercusiones en la salud humana.
El reto del plástico desechable
El objetivo del acuerdo no es prohibir este material —económico y versátil, clave en múltiples sectores—, sino poner límites a un consumo descontrolado que ha convertido al plástico de un solo uso en una práctica cotidiana. Según estimaciones del Foro Económico Mundial, una bolsa plástica se utiliza apenas 12 minutos, mientras que cada minuto se compran un millón de botellas.
El problema va más allá: el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que cada minuto llega al mar el equivalente a un camión de basura lleno de plásticos, lo que está modificando la composición de los océanos. Hoy se estima que, por cada tres toneladas de peces, ya hay una de plásticos.
Un impacto climático y sanitario creciente
La producción de plásticos también impulsa la crisis climática: genera emisiones de gases de efecto invernadero que, de no frenarse, podrían representar el 13 % de las emisiones globales de carbono en 2050, frente al 5.3 % actual.
El reciclaje, aunque promovido como solución, apenas aborda el problema: solo el 9 % de los residuos plásticos se reciclan, y menos del 1 % logra un segundo ciclo de reciclaje. Desde la década de 1950, se han producido más de 9 mil millones de toneladas de plástico, de las cuales tres cuartas partes ya son desechos.
Los riesgos para la salud humana
La comunidad científica alerta sobre la toxicidad de muchos aditivos presentes en los plásticos. Más de 1,600 químicos se utilizan en su producción, una cuarta parte considerados peligrosos, y la gran mayoría sin regulaciones específicas.
Estudios señalan que estos compuestos están relacionados con cánceres como el de mama y próstata, partos prematuros, obesidad infantil, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Además, los microplásticos, resultado de la degradación del material, ya se detectan en el aire, el agua y los alimentos, entrando en el organismo humano con consecuencias aún bajo investigación.
Un acuerdo que busca marcar el rumbo
Expertos y autoridades coinciden en que el tratado global no se trata de eliminar el plástico, sino de gestionar de forma responsable su producción y uso, limitar los productos desechables y reducir los riesgos asociados a sus componentes químicos. El desafío es urgente: de seguir la tendencia actual, la demanda de plásticos podría crecer casi un 90 % hacia 2050, consolidando una crisis ambiental y de salud sin precedentes.
Fuente: informador.mx



