Microinfartos cerebrales: cómo identificar este tipo de accidente cerebrovascular

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Los microinfartos cerebrales son pequeños episodios de interrupción del flujo sanguíneo en el cerebro que, aunque muchas veces pasan desapercibidos, pueden tener consecuencias significativas a largo plazo. También conocidos como infartos lacunares, estos eventos afectan áreas mínimas del tejido cerebral, pero su acumulación aumenta el riesgo de deterioro cognitivo, demencia y accidentes cerebrovasculares más graves.
Causas y factores de riesgo
Los microinfartos se producen principalmente por la obstrucción de pequeñas arterias cerebrales. Entre los factores que aumentan el riesgo se encuentran:
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Hipertensión arterial no controlada.
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Diabetes mellitus y resistencia a la insulina.
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Colesterol alto y otras dislipidemias.
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Enfermedades cardíacas, como fibrilación auricular.
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Tabaquismo, sedentarismo y obesidad.
Síntomas que pueden indicar un microinfarto
Dado que son pequeños, los microinfartos muchas veces no generan síntomas evidentes. Sin embargo, algunas señales sutiles pueden aparecer:
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Problemas leves de memoria o concentración.
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Dificultad momentánea para hablar o entender palabras.
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Cambios en la fuerza o coordinación de manos o pies.
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Mareos o desequilibrio transitorio.
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Cambios de humor o irritabilidad inexplicables.
Diagnóstico y seguimiento
Detectar un microinfarto puede ser complicado debido a la sutileza de los síntomas. Los médicos suelen utilizar:
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Resonancia magnética cerebral, que permite visualizar lesiones pequeñas.
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Tomografía computarizada en algunos casos.
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Evaluaciones neurológicas y cognitivas para valorar funciones afectadas.
Prevención y manejo
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Control riguroso de la presión arterial y los niveles de glucosa.
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Mantener una dieta saludable y equilibrada, baja en grasas saturadas y rica en frutas y verduras.
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Realizar actividad física regular.
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Evitar el tabaco y moderar el consumo de alcohol.
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Seguir tratamientos médicos para enfermedades cardiovasculares o metabólicas.
Aunque los microinfartos cerebrales suelen pasar desapercibidos, su acumulación puede tener un impacto grave en la salud cerebral a largo plazo. La detección temprana, junto con hábitos de vida saludables y control médico, es clave para prevenir complicaciones mayores como accidentes cerebrovasculares o deterioro cognitivo.



