Beber poca agua eleva los niveles de cortisol y aumenta la respuesta al estrés, según estudio

Beber poca agua eleva los niveles de cortisol y aumenta la respuesta al estrés, según estudio

Foto: Pexels

No beber suficiente agua al día podría tener un impacto más profundo de lo que se pensaba. Un estudio de la Universidad John Moores de Liverpool (LJMU) encontró que las personas con una ingesta baja de líquidos presentan niveles más altos de cortisol, la principal hormona del estrés, incluso si no perciben una mayor sensación de sed.

La investigación

El trabajo, publicado en el Journal of Applied Physiology, analizó a 32 adultos divididos en dos grupos: uno que consumía menos de 1,5 litros diarios y otro que cumplía con las recomendaciones oficiales de hidratación.

De acuerdo con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los hombres deberían beber 2,5 litros de agua al día y las mujeres, 2 litros. La Guía Eatwell del Reino Unido establece un rango de 1,5 a 2 litros, aunque las necesidades pueden aumentar en climas cálidos, durante el ejercicio, en embarazo o lactancia.

Los voluntarios fueron monitoreados durante una semana y luego expuestos a una prueba de estrés controlada: una entrevista laboral improvisada frente a un panel, seguida de un reto de cálculo mental bajo presión.

Resultados: cortisol más alto en los menos hidratados

Los investigadores midieron los niveles de cortisol en la saliva antes y después de la prueba. Ambos grupos reportaron síntomas físicos similares —como frecuencia cardíaca acelerada, sudoración y boca seca—, pero quienes bebían menos agua mostraron aumentos significativamente mayores en la hormona del estrés.

El profesor Neil Walsh, de la Escuela de Ciencias del Deporte y el Ejercicio de la LJMU, subrayó que la percepción de sed no siempre refleja el verdadero estado de hidratación: “Las personas mal hidratadas no reportaron sentirse más sedientas, pero su organismo reaccionó con una respuesta hormonal más fuerte”.

Implicaciones para la salud

El cortisol está relacionado con funciones esenciales como el metabolismo, la presión arterial y la respuesta inmune. Sin embargo, una reactividad excesiva al estrés se ha vinculado con mayor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes y depresión.

El equipo de investigación plantea que mantener una hidratación adecuada podría ser una estrategia sencilla para mitigar los efectos del estrés cotidiano, aunque aclara que aún se necesitan más estudios para comprobar si aumentar la ingesta de agua en personas con bajo consumo ayuda a reducir la reacción del organismo frente a los llamados “microestresores” diarios.

En palabras de Walsh: “Cumplir con las pautas de consumo de agua podría ser una de varias acciones que ayuden a moderar la respuesta del cortisol en la vida diaria”.

Más allá de la sensación de sed, el nivel de hidratación influye en cómo el cuerpo responde al estrés. Prestar atención a la cantidad de agua consumida cada día podría convertirse en un hábito simple, pero con beneficios importantes para la salud a largo plazo.

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