Cuando no es estrés: señales que podrían indicar un trastorno de la tiroides

Cuando no es estrés: señales que podrían indicar un trastorno de la tiroides

Foto: Freepik

Los trastornos de la tiroides son una de las alteraciones hormonales más frecuentes en la población, especialmente en mujeres mayores de 30 años. Sin embargo, muchas veces sus síntomas se confunden con los del estrés, la ansiedad o el cansancio cotidiano, lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento adecuado. La tiroides, una pequeña glándula en forma de mariposa situada en la base del cuello, desempeña un papel fundamental en la regulación del metabolismo, la energía y el equilibrio emocional.

Por qué la tiroides afecta tanto al organismo

La tiroides produce dos hormonas principales: la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3), que influyen en casi todos los tejidos del cuerpo. Estas hormonas regulan el ritmo con el que el organismo utiliza la energía, controla la temperatura corporal, el peso, la frecuencia cardíaca y hasta el estado de ánimo. Cualquier alteración —ya sea un exceso o una deficiencia en su producción— puede provocar síntomas muy variados que, en etapas tempranas, suelen confundirse con el estrés o el exceso de trabajo.

Hipotiroidismo: cuando la tiroides trabaja de menos

El hipotiroidismo ocurre cuando la glándula produce menos hormonas de las que el cuerpo necesita. Esto ralentiza el metabolismo y puede generar:

  • Fatiga constante y falta de energía, incluso después de dormir bien.

  • Aumento de peso sin cambios en la alimentación.

  • Pérdida de cabello y piel seca.

  • Dificultad para concentrarse o sensación de “mente nublada”.

  • Sensación de tristeza o apatía, fácilmente confundida con depresión.

  • Intolerancia al frío o manos y pies constantemente fríos.

Estos síntomas son tan comunes que muchos pacientes los atribuyen al estrés laboral o emocional, sin sospechar que detrás puede existir un desequilibrio hormonal.

Hipertiroidismo: cuando la tiroides trabaja de más

En el caso contrario, el hipertiroidismo se produce cuando la tiroides libera una cantidad excesiva de hormonas, acelerando todas las funciones del cuerpo. Entre sus síntomas más frecuentes se encuentran:

  • Nerviosismo, ansiedad o irritabilidad sin causa aparente.

  • Pérdida de peso repentina a pesar de mantener una dieta normal.

  • Palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado.

  • Sudoración excesiva y sensación de calor constante.

  • Temblores en las manos.

  • Dificultad para dormir o sensación de insomnio crónico.

En muchos casos, las personas creen que se trata de un cuadro de ansiedad o estrés prolongado, cuando en realidad se debe a un exceso de actividad tiroidea.

Factores de riesgo y diagnóstico oportuno

Los trastornos tiroideos pueden tener un origen autoinmune, hereditario o estar relacionados con deficiencias nutricionales, especialmente de yodo. El riesgo aumenta en mujeres, personas con antecedentes familiares de enfermedades endocrinas y mayores de 40 años.

El diagnóstico se realiza mediante un análisis de sangre que mide los niveles de TSH (hormona estimulante de la tiroides), T4 y T3. En algunos casos, se complementa con un ultrasonido o una gammagrafía tiroidea para evaluar la estructura y el funcionamiento de la glándula.

La importancia de no confundir los síntomas

El problema más común es que tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo pueden desarrollarse lentamente, con señales que se interpretan como efectos del estrés cotidiano. Por ello, los especialistas recomiendan acudir al médico ante síntomas persistentes, cambios inexplicables en el peso o alteraciones emocionales prolongadas.

Detectar un trastorno tiroideo a tiempo permite iniciar un tratamiento eficaz con medicamentos que normalizan los niveles hormonales y mejoran la calidad de vida.

El estrés puede afectar temporalmente la energía y el ánimo, pero cuando los síntomas se vuelven constantes o progresivos, es necesario considerar una evaluación tiroidea. Escuchar las señales del cuerpo y realizar chequeos periódicos es clave para detectar desequilibrios hormonales que, aunque silenciosos, pueden tener un gran impacto en la salud general.

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