La obesidad no solo daña el corazón: también impacta en el cerebro

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La obesidad no solo aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y problemas metabólicos, también se ha vinculado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia en etapas posteriores de la vida. Estudios recientes muestran que el exceso de grasa corporal afecta directamente al cerebro, alterando su estructura y funcionamiento.
Cómo la obesidad impacta en el cerebro
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Inflamación crónica
El tejido adiposo en exceso produce sustancias inflamatorias que pueden atravesar la barrera hematoencefálica y dañar las neuronas. Esta inflamación de bajo grado contribuye al deterioro de las funciones cognitivas, como la memoria y la atención. -
Resistencia a la insulina
La obesidad suele estar asociada con resistencia a la insulina, un factor que afecta el metabolismo cerebral. El cerebro necesita insulina para regular procesos de memoria y aprendizaje; cuando esta señal falla, aumenta el riesgo de desarrollar Alzhéimer, a menudo llamado “diabetes tipo 3” en algunos estudios científicos. -
Alteraciones en la circulación sanguínea
El exceso de peso eleva la presión arterial y el colesterol, lo que reduce el flujo de sangre al cerebro. Con el tiempo, esta falta de oxigenación puede favorecer microinfartos cerebrales silenciosos y pérdida de tejido neuronal. -
Cambios estructurales en el cerebro
Investigaciones con imágenes de resonancia magnética han revelado que las personas con obesidad presentan reducción en el volumen de la materia gris, área clave para el pensamiento y la memoria.
Evidencia científica
Un estudio publicado en Neurology encontró que adultos con obesidad tenían un mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve. Asimismo, investigaciones del National Institute on Aging de EE. UU. mostraron que la obesidad en la mediana edad se asocia con un aumento significativo en la probabilidad de padecer demencia en la vejez.
Cómo reducir el riesgo
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Alimentación equilibrada: rica en frutas, verduras y grasas saludables.
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Actividad física regular: mejora la circulación cerebral y reduce la inflamación.
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Control del peso corporal: mantener un índice de masa corporal saludable protege al cerebro.
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Hábitos saludables para el cerebro: dormir bien, aprender cosas nuevas y mantener la vida social activa.
La obesidad no es solo un problema estético ni exclusivamente físico: también afecta directamente la salud del cerebro. Cuidar el peso corporal y adoptar un estilo de vida saludable puede ser una de las formas más efectivas de proteger la memoria y prevenir el deterioro cognitivo en el futuro.



