Prepararse para la canícula: consejos ante el periodo más caluroso del verano
La canícula es un fenómeno climático que se caracteriza por un periodo prolongado de calor intenso y sequía, que generalmente ocurre durante el verano en México y algunas regiones de América Latina. Este lapso, que suele extenderse entre 20 y 40 días, aparece entre la primera y tercera semana de julio y se prolonga hasta principios de agosto.
Este fenómeno se produce debido a cambios en la circulación atmosférica y al desplazamiento de la zona de convergencia intertropical, lo que reduce la formación de nubes y la precipitación en varias regiones del país. Durante la canícula, las temperaturas pueden elevarse considerablemente y la humedad disminuye, generando condiciones secas y calurosas.
Los efectos de la canícula son notables en la agricultura, donde el estrés hídrico afecta cultivos clave como el maíz, frijol y hortalizas, aumentando el riesgo de sequías y pérdidas en las cosechas, especialmente en áreas sin sistemas de riego adecuados. Además, la falta de lluvia y el calor intensifican el riesgo de incendios forestales y contribuyen a la degradación del suelo.
En la salud humana, la canícula incrementa la incidencia de golpes de calor, agotamiento y problemas cardiovasculares, con especial vulnerabilidad en niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. Asimismo, la sequía y las condiciones cálidas pueden facilitar la proliferación de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, debido a la acumulación de agua en recipientes que permanecen sin vaciarse por la escasez de lluvia.
Para enfrentar esta temporada, es fundamental planificar el uso eficiente del agua, fortalecer la vigilancia sanitaria para atender problemas relacionados con el calor y educar a la población sobre medidas preventivas, como evitar la exposición prolongada al sol y mantenerse hidratado. También se recomienda adaptar las actividades laborales y escolares para evitar las horas de mayor calor.
Aunque la canícula es un fenómeno natural esperado cada verano, el cambio climático podría aumentar la frecuencia y duración de estos periodos de calor extremo, lo que hace aún más urgente implementar acciones de prevención y adaptación para proteger tanto a las personas como a la agricultura.